Después del tiempo de Navidad iniciamos el tiempo
ordinario. Así llamamos en la liturgia (la celebración de la fe del Pueblo de
Dios) a un conjunto grande de semanas en las que vamos recordando y celebrando
los diversos misterios de la vida de Jesús. Este año lo hacemos según el Ciclo
B, es decir, tendremos como base la lectura continuada del evangelio de Marcos,
a partir del próximo domingo.
Este primer domingo del tiempo ordinario, un texto del evangelio de Juan, nos ayuda a plantearnos
nuestro encuentro con el Señor. ¿Realmente nos hemos encontrado con Él y este
encuentro nos ha afectado profundamente? Solamente así puede nacer y desarrollarse
una profunda comprensión, una relación afectuosa e íntima con él y un sentido
real de nuestra misión en la vida.
“Venid y veréis” es la invitación que
hoy se nos hace, ¿la aceptaremos?
Juan 1, 35-42
En aquel
tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba,
dice: -«Éste es el Cordero de Dios.»
Estamos en el capítulo 1 del
evangelio de san Juan; no nos han dicho nada del nacimiento de Jesús ni de su
infancia y, de golpe, entramos en este texto en el que nos presentan a Jesús a
través del testimonio de algunos discípulos.
Dar
testimonio significa decir lo que hemos visto y oído. En estos tiempos vemos y
oímos tantas cosas a lo largo del día que difícilmente podemos comprender la
importancia del testimonio. En tiempos de Jesús, como ya hemos dicho otras
veces, bastaba que dos varones dieran el mismo testimonio sobre algo para que
su palabra se considerara cierta y se pudiera culpar o liberar a alguien.
San Juan
Bautista tuvo muchos discípulos; en algunas zonas fue más conocido que el
propio Jesús. Ahora el evangelista nos presenta a discípulos de Juan que pasan
a ser discípulos de Jesús. Este gesto era muy importante en las primeras
comunidades, era como un ejemplo a seguir, un guiño a los discípulos de Juan.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a
Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
-« ¿Qué
buscáis?»
A lo largo
de los cuatro evangelio muchas veces nos presentan a Jesús preguntando, incluso
haciendo preguntas en lugar de dar respuestas. Actualmente la pedagogía nos
invita a despertar muchas preguntas en lugar de dar respuestas ya hechas. Hoy
el evangelio nos invita a preguntarnos con toda seriedad: ¿Qué busco? ¿Qué
buscamos? Y si seguimos “tirando del hilo” deberíamos preguntarnos también: Eso
que busco ¿me hace feliz?
Ellos le
contestaron:- «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: -«Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con
él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
El lugar
donde vivimos y la forma de vivir expresan claramente rasgos de nuestra
identidad. En tiempos de Jesús había hombres, considerados maestros; quienes
querían aprender con ellos pedían permiso para vivir con ellos un tiempo.
Quienes acaban de conocer a Jesús quieren conocer también su estilo de vida.
El hecho de
señalar la hora es muy importante: es la hora del encuentro que cambia su vida. No se refiere a una hora cronológica
(de reloj, como diríamos ahora) sino al tiempo vivido como kairós: es la hora
de Dios, el momento oportuno que no dejaron escapar.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le
dice: -«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Desde el
punto de vista histórico no es posible que alguien que se acaba de encontrar
con Jesús de Nazaret pudiera llamarle Mesías, Cristo, porque era un título que
se le dio después de la resurrección. Era un título post pascual. El evangelio
de Juan no quiere poner el acento en una crónica de los hechos que ocurrieron
sino en presentarnos a diferentes personas que “se rinden” al encontrarse con
Jesús y le siguen.
El evangelio
de hoy es una catequesis sobre el encuentro con Jesús. Y quien lo encuentra da
testimonio a su alrededor para que otras personas se encuentren también con él.
Más que un hecho histórico pasado nos invita a ver un horizonte, a percibir una
llamada.
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le
quedó mirando y le dijo: -«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas
(que se traduce Pedro).»
El nombre
tenía mucha importancia en la cultura judía. Podía expresar el deseo de los
padres, el rechazo, o ser símbolo de algo. No se ponían los nombres a lo tonto.
En el texto quieren resaltar que el encuentro con Jesús fue de tal hondura que
Jesús cambió la identidad de Pedro. Y ese cambio de identidad, que en realidad se dio a lo largo
de muchos años, se expresa en el cambio de nombre. Algo semejante ocurre ahora
cuando a una persona le dan una nueva identidad (por ejemplo porque es
perseguida y al darle un nombre nuevo le dan una nueva oportunidad).
PARA REFLEXIONAR
1.
Personalmente
ü Al retomar este año la lectura y reflexión de los
evangelios podemos empezar planteándonos, personalmente ¿Recuerdo mi primer
encuentro con Jesús, del que podría decir que cambió mi vida? ¿qué ha supuesto
para mi esta Navidad en cuanto a “encuentro con Jesús”?
ü El evangelio de hoy nos habla de búsqueda y de encuentro.
Solo nos dice que encontraron a Jesús aquellos que se acercaron a Él y se
atrevieron a seguirle para ver donde vivía. ¿Qué busco yo en mi vida? ¿Lo que
busco me hace feliz? ¿Qué caminos concretos recorro para “encontrar” a Jesús y
ver donde habita?
2.
En la fraternidad, familia…
Ü Después de leer
el texto y sus comentarios podemos dialogar sobre lo que más nos ha
sorprendido, lo que no entendemos, lo que más nos ha gustado…
Ü Según lo que
hablamos, decidimos y hacemos en nuestra fraternidad, en nuestra familia..., en la vida ordinaria, alguien
que nos observase ¿qué percibiría que buscamos? ¿Qué dirían nuestros hijos, nuestros compañeros, nuestros hermanos..., si
se lo preguntamos? ¿Señalarían que buscamos a Jesús?
Ü El evangelio de
hoy nos habla de “encuentro con Jesús” como inicio de su seguimiento, y de la
posibilidad de los que ya se encontraron con Él de ayudar a los demás a
hacerlo. Como padres y madres, ¿nos planteamos cómo ayudar a nuestros hijos, o a los jóvenes que nos rodean, a
encontrarse con Jesús? ¿Cómo lo hacemos?
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