Los versículos que preceden a los del evangelio de hoy
presentan a los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo preguntando a Jesús
con qué autoridad predicaba y de quién había recibido esa autoridad. Pero Jesús
no respondió a esa pregunta. En este texto es Jesús quien toma la iniciativa en el
diálogo, para hacerles caer en la cuenta de que han rechazado el Reino que se
les ha ofrecido y lo están acogiendo los pobres y pecadores.
Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo:
Jesús se dirige a las autoridades máximas del judaísmo. En el Nuevo Testamento se nombran
tres sumos sacerdotes: Anás, Caifás y Ananías, pero no sabemos si el
evangelista, al hablar en plural, se refiere al sumo sacerdote que estaba en
funciones aquel año y a sus predecesores o a quienes. Durante muchos años fue
un cargo vitalicio, pero en tiempos de Jesús ya no lo era, sino que los sumos
sacerdotes ejercían unos años, dependiendo de su comportamiento político y de
la “mano izquierda” con la que presidían el sanedrín. Es decir, aunque este
cargo implicaba tener la máxima autoridad religiosa, en realidad tenía muchas
connotaciones políticas.
¿Qué os parece?
Con esta expresión se indica que Jesús
exigió que escucharan atentamente, porque les estaba pidiendo su opinión.
Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo:
"Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No
quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo
mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos
hizo lo que quería el padre?» Contestaron: «El primero.»
En esa sociedad patriarcal los padres
organizaban y dirigían la vida de sus hijos, prácticamente hasta la muerte. El
que los hijos hicieran la voluntad de
los padres era el mayor honor que podía tener una familia, y conllevaba
también el reconocimiento social. Por el contrario, desobedecer o negarse a
cumplir la voluntad del padre (sobre todo si era un hecho público) era una
humillación para los padres y una vergüenza social. También era habitual que
los padres enviaran al campo a sus hijos y siervos, indicándoles el trabajo que
debían realizar. La parábola recoge un hecho cotidiano de la vida del campo.
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas
os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a
vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio,
los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros
no recapacitasteis ni le creísteis.»
Tanto los publicanos como las prostitutas
eran los colectivos más rechazados y marginados en tiempos de Jesús. Además
eran considerados pecadores públicos. El ejemplo que pone Jesús se convierte en
un juicio durísimo contra las
autoridades de su tiempo y en una explicación
de por qué se había rodeado de gente
marginal. Con su mirada misericordiosa, Jesús comprendió perfectamente la motivación que podía haber en aquellos
hombres que se hicieron cobradores de impuestos para sacar adelante a su
familia, aunque a los ojos de sus vecinos fueran considerados pecadores y
traidores. O en el corazón de aquellas mujeres viudas o repudiadas que salían a
los caminos para ejercer la prostitución. Cuando escucharon la predicación de
Juan Bautista acogieron su invitación a la conversión.
Sin embargo, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo “ya estaban
trabajando en la viña” de Yahvé, pero rechazaron la conversión que les ofreció
Jesús y lo persiguieron hasta matarlo. También las primeras comunidades cristianas, a las que dirige su evangelio san
Mateo, estaban llenas de hombres y mujeres pobres, pecadores y marginados que
al oír la Buena Noticia vivieron un proceso de conversión y se bautizaron.
¡Estaban viviendo la voluntad del Padre! Seguro que estos oyentes entendieron
muy bien la parábola. Además la parábola ayudaba a comprender por qué en las
primeras comunidades había tanta gente que procedía de la marginación.
La pregunta que podemos hacernos ahora es si nuestras comunidades y
nosotros hemos entendido el mensaje y hacemos los gestos de conversión
apropiados.
PARA REFLEXIONAR:
1.
Personalmente
ü
Después de leer y dejar que resuene
en nosotros esta Palabra de Dios podemos contestar a las preguntas de Jesús,
¿Qué te parece? ¿Quién hizo la voluntad del Padre? Y plantearnos personalmente,
¿qué tipo de hijo soy yo? ¿Con qué personajes de la parábola me identifico más?
ü
De alguna forma somos “autoridad”
como asociados y/o equipos animadores cristianos, ¿qué frutos de conversión
estamos dando o nos sentimos llamados a dar?
2.
En la familia,
fraternidad…
Ü Después de
leer el texto y sus comentarios podemos dialogar sobre lo que más nos ha
sorprendido, lo que no entendemos, lo que más nos ha gustado…
Ü Como padres,
parte del equipo local, provincial… nos podemos encontrar alguna vez actitudes
parecidas en nuestros hijos, hermanos, fraternidades…, ¿cómo solemos
reaccionar? ¿qué pistas nos da este evangelio?
Con ayuda de las
Tic:
- Fragmento de la película Jesús de Nazaret:
- Narración libre y ampliada de la parábola con dibujos:
- Si queremos reflexionar sobre el aspecto concreto de decir la verdad, no ser hipócritas, podemos hacerlo con esta canción de Nico Montero. En ella insiste en que los hechos nos muestran como seguidores de Jesús. Solo ellos cambiarán el mundo:
Van diciendo
a todos cual es la verdad,
Traicionan cuanto aman, por aparentar.
Juzgan y sentencian con facilidad,
Condenan al infierno a quien no piensa igual.
Traicionan cuanto aman, por aparentar.
Juzgan y sentencian con facilidad,
Condenan al infierno a quien no piensa igual.
En nombre de Dios Padre, castigan sin cesar,
Corrompen y calumnian, traicionan la verdad,
SON:
SEPULCROS BLANQUEADOS
A GOLPES DE PECHO
YO PINTO PARAÍSOS, TU PINTAS INFIERNOS (BIS)
A GOLPES DE PECHO
YO PINTO PARAÍSOS, TU PINTAS INFIERNOS (BIS)
No haced lo
que os digan, y recordad
Que sólo por los hechos conoceréis,
Quienes son de veras los hijos de la paz,
Porque una fe sin obras es mentira y falsedad.
En nombre de Dios Padre...
Que sólo por los hechos conoceréis,
Quienes son de veras los hijos de la paz,
Porque una fe sin obras es mentira y falsedad.
En nombre de Dios Padre...
Autoras:
Marifé Ramos (Doctora en Teología)
Hermana Guadalupe Labrador (Psicóloga y perteneciente a la
congregación)
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