El evangelio de este domingo nos habla de amor, de
luz, de verdad… Avanzada ya la cuaresma es como si
nos quisiera avisar de dónde
está el verdadero camino, por donde nos viene la conversión, para que no nos
engañemos.
Dios nos ama tanto que nos da a su Hijo como luz y salvador,
¿le acogemos e intentamos seguir su luz? O estamos a la defensiva, detrás de
nuestras “gafas oscuras” para que nuestra vida pueda seguir más o menos igual,
raquítica, indiferente, enganchada en el mal…, pero sin que nadie se entere? Es
el dilema que hoy nos plantea el evangelio. Ojalá podamos abrir nuestros ojos y
descubrir agradecidos la luz que se nos ofrece.
Juan 3, 14 – 21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Nicodemo era un
personaje muy importante; además de ser fariseo y
escriba (con autoridad y cultura), era miembro del Sanedrín. Por pertenecer al Sanedrín
estaba llamado a velar por la ortodoxia de la doctrina, al mismo tiempo consideraba
a Jesús como un maestro apoyado por Dios, y que realizaba sus obras. Por eso
quiere conocerle mejor, estar cerca de él, pero por miedo
a enfrentamientos, solo se atreve a ir a hablar con él de noche. Más
tarde, en la pasión, intercedió a favor de Jesús (Jn 7, 50-52) y después de su
muerte llevó una mezcla de mirra y aloe para que al enterrar a Jesús se respetaran
las costumbres judías (Jn 19, 39)
La serpiente era un animal habitual en las tierras de Palestina a la que se aludía
como símbolo de animal traicionero, porque se escondía bajo las piedras y
mordía a la gente que se sentaba en ellas. Por eso, a los fariseos hipócritas Jesús
les llama: “¡Serpientes, raza de víboras!” (Mt 23, 33). Aquí Juan le da otro simbolismo para
que las primeras comunidades comprendan que aunque Jesús ha muerto como un
malhechor ha sido elevado a la gloria.
Tanto amó Dios al mundo que entregó
a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que
tengan vida eterna.
Afirmación
impresionante del evangelio. Nos manifiesta el amor de Dios al mundo, a todos,
no a unos cuantos buenos o elegidos, o especiales, o… Y este amor universal
y gratuito tiene una “medida”, la entrega de su propio Hijo. Ese “tanto…
qué” nos ayuda a convencernos de la intensidad del amor de Dios con todos. Para
que nuestra imagen de Dios sea la del Dios que ama, por encima del Dios que
juzga o exige una respuesta para amarnos.
Por otra parte
ese amor de Dios al mundo se manifiesta en la cruz de Jesús.
Quizá,
acostumbrados a ver desde niños la cruz por todas partes, no nos paramos a contemplar
el rostro del Crucificado con fe y con amor. ¿Podemos descubrir y sentir el
amor de Dios en ese hombre condenado y sufriente en la cruz? ¿Nuestra mirada
distraída es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra
vida en los momentos más duros y difíciles? Porque desde la Cruz, Jesús nos
está mandando signos de vida y amor, nos
está revelando ese “amor loco o desmedido” de Dios a la humanidad.
Porque Dios no mandó su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
¿Hemos
entendido este mensaje con la profundidad que tiene? ¿Cómo es posible que a lo
largo de siglos se haya juzgado, descalificado y marginado a tanta gente
por diversos motivos? Estas personas y colectivos necesitan que se les ayude a
comprender que tanto amó Dios al mundo y tanto les ama a cada uno de ellos, que
lo que quiere es que sean felices y se salven.
El que cree en él no será juzgado;
el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único
de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres
prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el
que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz,
para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»
Tenemos que pensar lo que eran la luz y la oscuridad en tiempos de Jesús. Para hacer el mal ayudaba mucho la oscuridad: que no te vieran lo que habías
hecho y así quedara oculto. ¿Qué ejemplo similar podríamos poner hoy? Que no
salga en los medios de comunicación (que son para nosotros lo que era la luz entonces)
para que así pueda quedar oculto y no se entere nadie.
Lo que Jesús nos ofrece
es la verdad, la transparencia, la coherencia… y el
error y el pecado están en preferir la mentira, el embrollo, el ocultamiento… Y
esta verdad, como forma de vida, el “realizar la verdad”, tiene mucha más fuerza que “decir la verdad”. El evangelio nos presenta
una seria llamada a acoger la luz, para vivir la verdad.
El evangelio en las TIC
q Texto del
evangelio en inglés con subtítulos en castellano y con imágenes, 3,14 minutos
http://youtu.be/aOGLRGPChv0
q Fragmento de la
película Jesús de Nazaret, para los mayores, con el pasaje del encuentro de
Jesús y Nicodemo. Es anterior al texto de hoy, puede servirnos para situar a
Nicodemo y conocer el ambiente en que vivió Jesús. 3,25 minutos. http://youtu.be/RijbQ-kwsYc
q Canción “De tal manera amó Dios al
mundo”, 2,53 minutos, que recoge muy bien lo esencial del evangelio de este
domingo: http://youtu.be/w_NSKM-MhRM
q Como respuesta a
la Palabra escuchada podemos escuchar y orar con el Salmo 26 “El Señor es mi luz” en versión cantada
de la Hna. Glenda, con dibujos simbólicos para los mayores: http://youtu.be/HfagV-j3ohU
q O si preferimos,
la misma canción con dibujos sugerentes de Fano, que nos puede ayudar como
respuesta a esta Palabra escuchada y es sencilla para los niños: http://youtu.be/NNCSMm9mnuw
PARA REFLEXIONAR
1. Personalmente
ü Después de leer
el evangelio y los comentarios, ¿qué llamadas sientes como dirigidas a ti?
ü Nicodemo
representa en el evangelio de Juan a todo aquel que busca sinceramente
encontrarse con Jesús. ¿Tienes conciencia de buscar a Jesús, de buscar su luz? ¿O
descubres en ti “modos de obrar” en los que el interés de fondo es que lo malo
de tu vida no se descubra?
2. En la fraternidad, familia...
Ü Después de leer
el texto y sus comentarios podemos dialogar sobre lo que más nos ha
sorprendido, lo que no hemos entendido, lo que más nos ha gustado…
Ü ¿Qué imagen de
Dios vivimos y transmitimos a nuestros hijos, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo...? ¿Descubren en nuestra familia, fraternidad..., que
Dios les ama? ¿A qué les lleva esto?
Ü También podemos
plantearnos el tema de la luz y la verdad en nuestra casa. ¿Nos decimos la
verdad? ¿Ocultamos muchas cosas, por qué? ¿Cómo podríamos crecer en este
sentido?
Ü Os sugerimos
terminar orando con el Salmo 26, en la versión que os parezca más apropiada.
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