Este domingo
terminamos la primera etapa del “tiempo ordinario” y también la primera etapa
de la lectura continuada de Marcos, el próximo miércoles será miércoles de
ceniza y con él empezamos la Cuaresma. Volveremos a retomarlo, después del
tiempo pascual.
Nos
encontramos en el evangelio de hoy con un relato de “milagro”, la curación de
un leproso. Marcos con palabras sencillas y entrañables nos desvela cómo es y
cómo reacciona el corazón de Jesús, y al mismo tiempo como es el corazón de
nuestro Dios. Vale la pena que escuchemos y acojamos esta Palabra y, como los
galileos, acudamos a Él.
Marcos 1, 40-45
En
aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si
quieres, puedes limpiarme.»
Nos presenta una imagen
inaudita en tiempo de Jesús. Nadie, y menos un leproso, se postra delante de un
varón marginal, como era Jesús, buscando su curación. Un leproso sabía que
tenía severamente prohibido acercarse a ninguna persona sana y menos a un
grupo.
La lepra era considerada una
enfermedad de la piel muy contagiosa. En aquellos tiempos las enfermedades de
la piel eran abundantes, debido a la falta de higiene. Los que tenían alguna
dolencia de piel y poseían dinero solían acudir a los médicos de Grecia, a los
que consideraban más preparados para curarlas. La mayoría, ante los primeros
síntomas de enfermedad en la piel eran declarados leprosos y apartados de los
demás, por miedo al contagio. De forma que si no era leproso aún, terminaba
siéndolo.
Por otra parte toda
enfermedad, pero esta especialmente, se tenía como castigo de Dios. De forma
que un leproso era un enfermo, pero además un maldito, alguien que, según la
mentalidad reinante “habría hecho algo para merecerlo”, un “impuro”. Podemos
remitirnos al Antiguo Testamento, para entender mejor, lo que significaba para
Jesús y sus seguidores un leproso. Lo tenemos muy claro en la primera lectura
de hoy Levítico
13,1-2.44-46.
Sintiendo
compasión, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
Marcos nos habla expresamente
de los sentimientos de Jesús, chocantes e impensables para un judío. Ante un
leproso los judíos sentían asco, repugnancia y miedo a ser contagiados. Por eso
es tan sorprendente que Jesús “sienta
compasión”, que se le conmuevan las entrañas, lo más profundo de su ser
ante el dolor de este leproso. Jesús, como
buen judío no “tiene por qué sentir compasión”. Está rompiendo los esquemas, lo
establecido.
La ley prohibía tocar a un
“impuro”. A Jesús su compasión le lleva a tocar al leproso, sobreponiendo esta
a una ley que margina al enfermo y aun al miedo al propio contagio. ¿A dónde
nos lleva a nosotros la compasión?
También nos expresa con toda
sencillez la voluntad de Jesús: “Quiero, queda limpio”. Algo también
absolutamente transgresor; si un leproso es una persona castigada por Dios, no
tiene sentido querer curarla. Si, como ellos pensaban, se lo ha merecido,
¿Quién va a enmendar la plana a Dios? En este contexto la expresión de Jesús
descoloca a los que le escuchan, rompe sus esquemas, cuestiona la imagen que se
han hecho de Dios. ¿De qué Dios nos está hablando? ¿De un Dios que castiga para
siempre o de un Dios que perdona al que se lo suplica? ¿No será que Dios quiere
dar también una segunda oportunidad al leproso, como a todos?
La
lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole
severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte
al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
La lepra era una enfermedad
que marginaba, expulsaba a la persona de la comunidad. Era el sacerdote el que
decidía si una persona tenia lepra o, como en este caso, si estaba curada. Solo
si el sacerdote lo certificaba el enfermo podía ser readmitido en la comunidad.
A la vez se le invitaba a hacer una ofrenda al Señor, como señal de
agradecimiento.
La intervención de Jesús, su
compasión, no se paran en la curación del enfermo, busca que sea de nuevo
admitido en la comunidad. Vivir integrado en la comunidad es un signo de estar
curado, un signo de salvación.
Algo parecido podemos ver hoy
con los enfermos de ébola. Son separados del pueblo e incluso de otro tipo de
enfermos por miedo al contagio, son aislados, unas veces atendidos otras muchas
abandonados por falta de medios. Si un enfermo de ébola es curado, en Liberia o
Sierra Leona, necesita el certificado oficial del médico o del hospital, para
poder ser admitido en la población. Aun con él muchas veces el miedo hace que
nunca más vuelvan a ser tratados como antes. ¿Qué “certificados” pedimos a
veces a otras personas para integrarlos entre los nuestros? ¿A quienes
marginamos?
Pero,
cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo
que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera,
en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Nos encontramos con lo que se
suele llamar el “secreto mesiánico” del evangelio de Marcos: Jesús no quiere
que se divulgue su fama, porque eso podría ocasionar que la gente entendiera su
mesianismo como un mesianismo guerrero y poderoso, como esperaban muchos. Pero
el leproso no puede callar, sino todo lo contrario: de hecho, el que ha sido
salvado por Jesús es imposible que calle, y lo pregone “con grandes
ponderaciones”.
Esto trae como consecuencia la
fama creciente de Jesús, la explosión de entusiasmo que despierta en toda
Galilea, como algo imparable.
Pero por otra parte, se
empieza a vislumbrar que sus obras y palabras tienen mucho mayor alcance que
“auxiliar” a un enfermo o sentir lástima del que sufre. Cuestiona el “orden”
establecido, la imagen de Dios… Por eso Jesús levanta sospechas, hay quien le
empieza a ver como una amenaza y esto le traerá como consecuencia el desenlace
de la cruz. En la cruz será cuando Marcos ponga en boca del centurión
extranjero “Verdaderamente este hombre
era Hijo de Dios”. Solo entonces quiere revelar plenamente el misterio de
Jesús
El evangelio en las TIC
·
Texto del evangelio de este domingo con imágenes.
Los dos están bien y son breves, menos de dos minutos, cada uno insiste en un
aspecto:
·
El mismo texto pero con dibujos, para
los más pequeños. http://youtu.be/iTQbx1Pp1PE
·
Si queremos trabajar sobre la lepra, en
el sentido profundo del evangelio podemos tomar como referencia la vida del P.
Damián:
Pequeña biografía en 4
minutos: http://youtu.be/7lsBhr_2-j8
Canción para los más
pequeños: http://youtu.be/ZZIi7xaqwhk
PARA REFLEXIONAR
1.
Personalmente
ü
¿Qué nos ha tocado por dentro del evangelio de hoy? ¿La situacion de los
leprosos? ¿Los sentimientos de Jesús? ¿El comportamiento del leproso curado?
¿El silencio de los que le rodean?...
ü
¿Con quien nos sentimos identificados?
ü
¿Qué imagen de Dios tenemos? ¿A que posturas nos lleva en la vida diaria?
¿Somos conscientes de que la imagen de Dios que alimentamos en nuestros jóvenes pasa por cómo reaccionamos ante los demás, los necesitados, los marginados?
2.
En la fraternidad, la familia...
Ü Después
de leer el texto y sus comentarios podemos dialogar sobre lo que más nos ha
sorprendido, lo que no entendemos, lo que más nos ha gustado…
Ü Plantearnos
en nuestra fraternidad, familia dos aspectos que van muy unidos:
- ¿Qué imagen de Dios tenemos? ¿Qué imagen
de Dios ayudamos a formarse a los que nos rodean?
- ¿Qué
lugar ocupan en nuestra fraternidad, familia..., los marginados? ¿Qué sentimientos o actitudes
vivimos para con ellos, los ignoramos, los desconocemos, nos alejamos o nos
acercamos a ellos, los atendemos…?
Ü ¿Qué
nos sentimos llamados a hacer o a cambiar en este sentido?
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