(Continuación)
En los últimos años de su vida se
sintió muy unida a Fuencarral, pueblo entonces
de Madrid en el que hoy está la parroquia que lleva su nombre. Nos cuentan que
en sus constantes viajes desde el pueblo a Madrid en el tranvía, “conversaba con todas las personas sin
distinción de categoría como hermanos que todos somos en Jesucristo, atraía a
las masas de tal forma que pequeños y mayores, ricos y pobres, todos la
reverenciaban”, su entrega al servicio del pueblo aun en los peores
momentos del cólera, en el que atiende a los enfermos en el improvisado
hospital de la ermita de San Roque, a riesgo de su propia vida, la granjearon
un cariño tal del pueblo que cuando a los pocos años, el 3 de julio de 1886,
muere en Fuencarral, donde ella expresamente pidió que la llevaran para sus
últimos días, el pueblo exclama: ¡Ha muerto la madre santa!
A
su muerte ya son muchas las hermanas que, movidas por la misma vocación y
deseo, se le han unido. Con ellas ha empezado la vida de la nueva congregación,
la que hoy conocemos como las hermanas Franciscanas Misioneras de la Madre del
Divino Pastor. Con espiritualidad franciscana y marcadas por una gran devoción
a María, Divina Pastora, la Congregación ha ido aumentando el número de
fundaciones, primero en Cataluña, más tarde a partir de Madrid, en todo el
territorio español.
Después del Concilio, junto a esta
familia de hermanas religiosas van surgiendo laicos que se sienten llamados por
Dios a vivir esta misma espiritualidad y carisma de Mª Ana Mogas. Poco a poco
se abre paso y se va consolidando. El 16 de abril de 1999 es aprobada por el
Papa la Asociación de laicos María Ana Mogas, vinculada a la Congregación.
Desde entonces la Asociación ha ido creciendo, hoy son más de trescientos los
laicos que han hecho su compromiso como asociados y viven, en fraternidades,
desde sus familias, trabajos, parroquias, su fe cristiana con el estilo y
carisma de Mª Ana.
Hoy, siglo y medio después de la
Fundación, presentes en once países de tres continentes, las hermanas, en
Misión Compartida con los laicos, continuamos la tarea educativa de María Ana
Mogas, en cuarenta centros propios y en otras muchas presencias y lugares,
donde aun sin escuelas, nuestro estilo de educación se hace presente. Seguimos atendiendo a los enfermos en numerosos centros de salud y
hospitales y acompañando el caminar de los más pobres en países del Tercer
Mundo, en el medio rural… desde Cáritas y desde LADESOL, en centros de acogida
de inmigrantes, residencias de ancianos, hogares de niños y las múltiples
necesidades de nuestros hermanos de hoy, siempre integradas en la vida
parroquial.
Mª Guadalupe Labrador Encinas
Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor
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