domingo, 31 de marzo de 2024

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 "¿A quién buscáis? ¿A Jesús el nazareno, el crucificado? No está aquí, ha resucitado" (Mc 16,6), dijo el ángel a las santas mujeres. Sí, aquel Jesús que fue escarnecido, golpeado y escupido por todos; aquel hombre que, con una corona de espinas en la cabeza y por cetro una caña, fue presentado por Pilato como rey de la burla a la multitud; aquel crucificado que, hasta en la hora de su agonía tuvo que escuchar aquella cruel ironía: "Si eres Hijo de Dios baja de la cruz" (Mt 27, 40); aquel nazareno que en la hora de su gran tribulación no hace otra cosa sino callar y perdonar; aquel hombre que tiene el poder, después de muerto, para oscurecer el sol y estremecer las mismas entrañas de la tierra; es el mismo hombre que vence para siempre a la muerte. 

He aquí la mejor noticia, la más jubilosa, en el más luminoso amanecer de la historia humana: ¡Cristo vive! Con su pasión y muerte nos libró del pecado, y con su resurrección nos ha conseguido la vida eterna. 

Vivamos con gozo la mayor de todas las fiestas que tenemos los cristianos, y en torno a la cual gira el año litúrgico. La Iglesia lleva tan en el alma la Resurrección de Cristo que no la celebra solo en este tiempo, sino que la rememora cuando llama a sus hijos a su altar, para celebrar la Pascua cada domingo. 


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