A punto de culminar el
Adviento, esta Buena Noticia que llevamos en el corazón nos conduce a la gran
fiesta de la Navidad, en la que celebramos:
Que en medio de nosotros, en el
corazón de nuestro mundo, LA PALABRA se hace hombre, niño… Y pone
definitivamente su morada en nuestro suelo.
Acoger
esta Buena Noticia nos llena de alegría y de paz, porque hemos descubierto que
“Él mismo es nuestra PAZ. Él ha derribado el muro que nos separaba, y ha hecho
de todos un solo pueblo”. (Cfr. Efesios 2,
14)
Como San Francisco
plasmamos el Evangelio en nuestros nacimientos
Os invitamos a reflexionar sobre el lenguaje
simbólico del nacimiento, según los textos del evangelio. A hacerlo con en casa y a colocar luego el nacimiento.
Su
mismo nombre nos habla de un lugar geográfico concreto y simbólico: Belén, que era un pueblecito muy
pequeño. Allí había nacido el rey David, el más importante de toda la historia de Israel, elegido por Dios. No
concebían que el Mesías naciera en otro lugar, si procedía de la familia de
David.
Socialmente,
el pueblo de Israel en tiempos de Jesús estaba estructurado en forma piramidal,
inamovible.
Jesús,
el nacido en Belén, desde el principio ocupa un
“lugar”, se abre un sitio, entre los más pobres: los pastores, uno de los grupos más bajos de esta pirámide. Estos eran
considerados “gentuza”, porque solían trabajar
sin salario, solo recibían la comida; al no tener con que alimentar a sus
familias, muchas veces se quedaban con
los corderillos que nacían, alegando que habían muerto por varias causas… El
pueblo en general los trataba con desconfianza y desprecio. No asistían a la sinagoga ni al Templo, no cumplían la
Ley…
Nacer
entre pastores, en una cueva que ellos frecuentaban, es una forma catequética
de decirnos que quiso nacer entre los
últimos. (sin la poesía con la que hoy rodeamos a estos personajes) Además
solo ellos le reconocieron y le adoraron,
mientras que los maestros de la Ley ni se enteraron.
Así
Jesús desde el principio estuvo entre los pobres. San Francisco lo ve y lo
celebra a las afueras de Greccio, y agradece con los pobres esta presencia del
Hijo de Dios entre ellos.
La
comunidad cristiana que escribe el evangelio de Lucas nos lo cuenta con mucha
carga teológica, para que nos asombremos. “Desde el principio quiero estar con
los que no contaban socialmente”
Por eso poner el
“belén” y pastores en el belén, es una opción, no un adorno más de Navidad. Es
una expresión de fe.
Hoy esta Buena Noticia
es también “motivo de alegría para todo el mundo” (Lc. 2, 10)
Quizá
podemos pensar que en medio de tantas otras noticias y realidades, a veces
duras, violentas e injustas, este “motivo de alegría” es momentáneo y pasajero,
o superficial y de escaparate. Es, posiblemente el efecto de tantos hechos y
costumbres que, casi sin darnos cuenta, vamos identificando o al menos uniendo
con la Navidad.
Pero
la noticia que es motivo de alegría para todos no es esa. No tiene que ver con
derroches ni consumos, con fiestas y alegrías fáciles y ruidosas, con
sensiblerías cómodas que en nada cambian nuestra vida. Tiene
que ver con otras “tiendas”, las de los campos de refugiados, las de los
desalojados, las de los sin techo…
Tiene
que ver con las madres que sufren por la vida de sus hijos, con los niños que
lloran, que trabajan, que mueren…
Y
tiene mucho que ver con todos aquellos que con un corazón abierto y compasivo,
se ponen en camino para encontrarse con ellos, como en el evangelio los
pastores.
Porque
a unos y a otros, se nos anuncia que por este Niño nos llega la paz y la
salvación. Por este niño se nos capacita para buscar, descubrir y recorrer
caminos de paz y de justicia. Se nos llama a proclamar con nuestras vidas, como
mensajeros de Dios Padre: “No tengáis miedo, os anuncio una gran alegría, os ha
nacido un Salvador… el será vuestra paz… con Él caminareis por la paz y la
justicia… Él os guiará para que todos seáis un solo pueblo, una sola familia,
la de los Hijos de Dios”.
Animémonos a vivir así la Navidad,
reconociendo al Señor en tantos necesitados, acercándonos a ellos, aliviando
sus sufrimientos, ayudándoles a descubrir en nuestro amor el amor que Dios les
tiene. Solo la acogida sincera y entregada de esta Palabra nos llenará de paz y
alegría y nos hará instrumentos de paz para los que nos rodean.
Y no olvidemos que esta noticia se da en el evangelio
en la noche y en el silencio. Hagamos silencio
en nosotros, para acoger al Señor que viene, para acoger al otro que nos
necesita. Cuidemos que nuestra Navidad no sea solo una fiesta ruidosa. Ayudemos a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a los que nos rodean, a hacer lo mismo. Ayudemos a nuestras
familias y comunidades a vivir la Navidad.
“Llegaste
Tú". Canción de Luis Guitarra https://youtu.be/l_ko6cNt1Vg
A los que domingo tras
domingo leéis, escucháis y acogéis la Palabra, os deseamos que ésta siga siendo la estrella que
ilumine vuestras vidas.
¡Feliz Navidad a
todos!, volvemos con nuestra cita de Buena Noticia al regreso de las vacaciones, con un nuevo evangelio, el de
Lucas.
Un fuerte abrazo
Marifé y Guadalupe
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domingo, 20 de diciembre de 2015
Curso bíblico: La buena noticia de la Navidad 2015
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